jueves, 9 de junio de 2011

Fijación con el fijo


Para muchos, los granos supurantes definieron su pubertad. A mí, en cambio, me marcó el dial up, ese chirrido escalofriante que me abría un universo paralelo de chicos por conocer: posibles novios, posibles primeros besos, posibles citas furtivas. Todavía me veo con 13 años, conectándome a escondidas y despertando a toda la casa. ¡Por favorrrr que ande esta porqueríaa!  Chrrrrrr chrrr chrrr ¡Tengo que chatear con Animalito16 o me lo van a robar! Chrrrrrr chrrr chrrr.
Qué loser que era. Si alguien me lo pregunta en persona lo voy a negar con cara de piedra, pero lo confieso con falsa valentía por acá: tuve muchas citas a ciegas. No sé qué tenía en la cabeza, pero en ese entonces pasaba mi número (fijo!!!) a cualquier galancito meloso. Encima llamaban a las tres de la mañana y hablábamos a escondidas, entre risitas y frases osadas, sacadas de Verano del 98. A veces me encontraba en una plaza o me pasaban a buscar por el colegio, pero nunca por mi casa porque mis papás me daban vergüenza. Detrás de esa voz de locutor casi siempre había una cara de pescado, jamás un backstreet boy, como el flacucho al que se le juntaba baba blanca en la comisura de los labios. Ahora que lo pienso, agradezco a todos los mamarrachos que me tocaron, porque me entrenaron para el verdadero safari de las citas. Eso, los lentos y el teléfono fijo.
Fulano te tenía que gustar demasiado para discar su número y arriesgarte a que te atienda su mamá. Era toda una proeza que se evaluaba en pijamas party con una semana de anticipación: saludo, tono de voz, excusa del llamado, ¿dar o no dar mi nombre en caso de que no esté? Ahora cualquiera te manda un mensaje. Están los “¿en qué andás?” de las 5 de la mañana o los “¿qué es de tu vida?” de un domingo a la tarde. Todos cobardes, sin rostro, escurridizos. ¿Dónde quedaron los galanes de teléfono fijo?
No sé por qué creo que el papelón es menor con un SMS. Yo transpiro antes de apretar SEND, leo y releo, reformulo, corrijo, articulo en voz alta. Pero cuando presiono ese botón, es como tomar un shot de tequila. Como cuando le envié un “me gustás” al ex de mi amiga. ¿Qué habrá sido de todos esos mensajes perdidos que mandé en mi vida? ¿Esos mensajes esperanzados que nunca me contestaron? El del feliz cumpleaños al médico. El de hacemos algo con los chicos al Negro. El de te vi en la calle a Peter. Son balas perdidas y errantes.
¡Y pobres de los que me mandan SMS a mí! A mí, que peor que una estudiante de psicología soy comunicadora social y analizo todo: ortografía, elección de palabras, semántica, frecuencia de mensajes. Con esta información te saco la edad mental de emisor, sus intensiones, su personalidad, su educación y su grado de desesperación. Que escriban “ke” me revuelve las tripas, qué quieren que les diga, no me parece de macho. La verdad que soy bastante insoportable y es peor cuando estoy en mi días. Así que los hombres están avisados, no me manden SMS temerosos, ¡pónganse los pantalones y llamen al fijo!