jueves, 16 de diciembre de 2010

Las palomas son ratas con alas...

Ayer saqué a ventilar unas zapatillas por la ventana de mi cuarto. Estaba sensible a todos los ruidos porque acababa de ver un programa de exorcismos. Vivir en el centro no ayuda en estos momentos de paranoia, asi que salté como una epiléptica durante toda la noche.
En eso, escucho un gruñido de alien. Sí, de alien pensé, sedada por el sueño. Pero resultó ser una paloma, escrutándome por la ventana. Me sentía el desdichado Poe. Traté de escuchar el mensaje del más allá. Pero nada. Siguió clavandome sus ojos negroides en mi entrecejo, hasta que hipnotizada volví a dormirme. Desperté a la mañana siguiente, sin recordar el siniestro suceso.
¡Llego tarde a trabajar! ¿Dónde dejé mis zapatillas? ¡Ah! ¡Si! ¡La ventana!¡¡¡ Maldita paloma!!!
La plumífera había hecho un nido en mis zapatillas. ¡Paloma ocupa!

Nota: las palomas son ratas con alas, pero nunca las subestimes.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Maia, la tormentosa

Mi abuela todavía piensa en australes. A los noventa años, apenas esboza sus modales de alcurnia. No tiene canas y es corpulenta como un marinero, pero de apariencia límpida y fulminante. Nunca le hizo caso a los médicos: no usa bastón y jamás aprendió a nadar para acomodar su columna. Cómo me hubiese impactado verla en el cenit de sus encantos. Pero sólo puedo reconstruir su figura gloriosa a partir de arrugas maquilladas y anécdotas delirantes.