jueves, 29 de abril de 2010

Savia

Savia refulgente y viscosa
Savia impetuosa y gentil
La savia baja
con su paso ceremonioso
por el tronco tullido.

Sangre traslúcida,
Tormento que se densifica,
La savia cae y se arrepiente
por el tronco atrofiado,
por la víctima tiesa.

La savia acaricia.

martes, 27 de abril de 2010

Suerte negra

La Negra dice (10 AM):

"no sabés lo q me acaba de pasar
mirá q manera de arrancar el día
tengo una reunión ahora a las 11. 30
me sonó el celular y cuando lo agarré tiré la taza
te imaginarás a dónde fue a parar el té no?"

La Negra es una persona con mala suerte insólita, esa que acosa a Mr Bean y al Sr Hipo, y no deja atrás al Coyote y a Silvestre. Es verdad, la ciudad te ataca cuando bajás la guardia. Ayer encarnó su odio en una paloma..."por favor, ¡que haya sido un aire acondicionado!", pensé iracunda. Siempre pasa cuando estás apurado. Y siempre le pasa a torpes como a La Negra y a mí. Sí,por suerte a La Negra también la había bombardeado una paloma, con el agravante tragicómico de que no pudo limpiarse en todo el día. Es verdad, hay gente que tiene un campo magnético que atrae calamidades, sino ¿cómo puedo explicar que haya atacado un murciélago, un chimpancé y un perro libidinoso a la misma persona? Negra, en la otra vida debíste haber sido embalsamadora de animales. De eso sí sé: el Universo siempre se venga.

lunes, 26 de abril de 2010

Retírese que me compromete

"Las petisas me miran raro", afirmó mi abuela con la elegancia hollywoodense que la caraterizó toda la vida. Y dentro de su lógica de Greta Garbo tenía sentido. Su porte amazónico la expuso a los rumores del pueblo desde la pubertad. Prieta, enigmática y volcánica, había pocos hombres con el temple necesario para hablarle. Uno casi lo logra a la salida del colegio, pero ella lo fulminó con indiferencia. Me la imagino mirándolo desde arriba, con el rostro inconmovible, casi una górgona transfigurada: "Retírese que me compromete", le articuló al pobre. Y allí, al costado de la escalinata quedó el primer garabato de héroe convertido en piedra. No sería el último, todavía escucho a mi abuela escupir esa línea, ya pulida con maestría inclemente. Cuando sucede, yo observo catatónica cómo se despliega la furia de Eva en sus facciones tiesas. Sí, cierro los ojos y estoy en el cine, mirando una película de posguerra. O mejor, estoy en los cincuentas, entre divas y compadritos.

lunes, 12 de abril de 2010

El cadaver del Super Vea

Todos los mediodías veo un cadaver sentado en un banquito a la entrada del Super Vea de mi trabajo. Es una cincuentona de piel chamuscada y crines subersivas, con el contorno de los huesos impreso en todo su cuerpo. Me pregunto si es un espectro errante, que se deleita asustando a los compradores que salen con las manos pobladas de bolsas. A diferencia de todos los fantasmas que conozco, desde el de la Ópera hasta Casper, este sale a plena luz del día, sediento de absober todo rayo de sol posible.
Es un dejo de mujer hermosa, que sin quererlo, es también una estatua viviente. O una estatua agonizante. No sé cual de las dos. Quizás esté entre los dos mundos, como en el Grito de Munch, vociferando: ¡carpe diem, tempus fugit! O por ahí espera a su amante, que la dejó plantada en aquel banquito donde solían besarse. Mientras tanto toma sol hasta evaporarse.
¡Super Vea Woman!¡Super Vea Woman!¡Super Vea Woman! ¿Se me aprecerá como Candyman? Mejor no lo intento, sería más horrorosa que el negro fornido,casi como la mujer putrefacta de El Resplandor.
Todos lo indicios me llevan a la única conclusión posible . La mujer calcinada es una acción de marketing no tradicional, destinada a concientizar a los peatones sobre las efectos del sol. El slogan: "Hay amores que matan".

miércoles, 7 de abril de 2010

Bus Geishas


Me las encuentro al subir al colectivo. Mujeres producidas en actitud camuflada de conquista. Con su cuerpo orientado a 45º, se sientan en el primer lugar con vista al pasillo...o con vista al conductor! Desde allí, con mímica dosificada de diva, escupen un sinfín de anécdotas de barrio e historias triviales, que siempre tienen por protagonistas a terceros. Sus movimientos ensayados confirman su objetivo: seducir al conductor. Son las sirenas motorizadas, son las bus-geishas!
Me las imagino esperando en la parada del colectivo, con el maquillaje aún fresco y el perfume concentrado alborotando su escote. Menos cuarto su galán pasaría a recogerlas para la más original de las citas: un romántico paseo por la ciudad, con decenas de testigos para envidiarlos.
Menos cuarto. Debe ser ese. Las puertas se abren con violencia sugerente. Su hombre erguido sostiene con brío el volante. Ella es la única que pasa sin cargo. Ella es la única a la que saluda. Él esquiva el tráfico con maestría aterrante. En el pavimento él es el soberano y los demás obedecen. Él gobierna un puñado de vidas, nadie baja sin que él lo autorice y desde su asiento todo lo ve. Tanto poder la hace sentir mínima, una protagonista de novela vespertina. Ella es la señora del colectivero. Ella es la Reina.
Cómo me gustaría que me guste un colectivero. Ser su amante secreta en la multitud de cuerpos compactados. Pasaría horas susurrándole al oído, descargando mi tenaz verborragia. Él bebería dócil mis palabras, concentrado en la noble labor de llevar a los viajeros a destino. Yo me lo imaginaría como un caballero en su corcel, sorteando las aventuras del camino. Sí, me sentiría como su doncella etérea que cabalga abrazada a su salvador. Qué ganas de sentirme así. Digitar estas palabras hace crecer mi envidia. Quiero ser una Bus Geisha junto a su gallardo colectivero. Quizás mañana me ponga un escote y espere en la parada a mi rescatador afortunado.