martes, 29 de junio de 2010

Un viejo fue al supermercado en pantuflas

Un viejo fue al supermercado en pantuflas ¿Se habrá olvidado de que las tenía puestas?
De chica, esa era mi pesadilla recurrente. Llegaba al jardín de infantes y me miraba los pies y ¡zaz! no me había puesto las zapatillas, sino que tenía mis pantuflitas de Mickey.
Supongo que en la niñez y en la vejez terminamos usando lo mismo: babero, pañales y pantuflas. ¡Que vivan entoces las pantuflas de Mickey y las de las patas de la Bestia!

lunes, 7 de junio de 2010

La vuelta de Odiseo

A mi bisabuelo Alejandro y a la mujer que siempre lo esperó


Ana María Unanue casi se queda ciega de tanto llorar. Por amor, claro, ¿por qué más?
Se había casado embelesada con Alejandro Grieco, un uruguayo diez años menor que ella. Galante, apolíneo, despreocupado. Su risa espantaba a las palomas y escandalizaba a las viejas. Manejaba con brío descarado en un traje de lino blanco que lo hacía parecerse a Gardel.
Ella, quebradiza y complaciente, aceptó su propuesta casi sin respirar. Él obtendría su vastas tierras patricias. Ella se calcinaría en el fuego lento de la divinidad por unos breves e intensos años.
Pero las criaturas espirituosas no conocen patrón. Como una ninfa del bosque, o mejor dicho un sátiro, Alejandro no tardó en seguir el llamado del bosque. Para cada amante, una casa nueva. Joyas. Autos. Caballos. Y ella despertando sola cada mañana, deshaciendo los puntos que había tejido la noche anterior. Debía esperalo. Debía volver a ella.
Hasta que llegó la mañana en la que los Unanue se quedaron sin nada. Sin sus siete casas en Buenos Aires. Sin sus campos que unían pueblos entrerrianos. Sin nada. Alejandro debía irse también, arrastrado por las aguas del Paraná. Lo vieron dejar el pueblo con las sobras de la fortuna de su mujer y una rubia oxigenada a su lado.
Pero en menos de un año, Ana María y Alejandro estaban viviendo con sus hijos en un departamentito en Capital. Claro, en habitaciones separadas. Ella lo soportó todo porque era una santa, una santa. Y él siguió viendo a la rubia hasta su muerte, pero tuvo la dignidad de escondersela a todos. Por fin, Odiseo estaba en casa, aunque su mente surcara océanos icógnitos.

jueves, 3 de junio de 2010

Esta puta herida. Esta herida de mierda.

A mi bisabuelo y a su tigre


La sangre enloqueció al tigre. Su lengua raspaba la herida en la mano de su amo, succionando el elixir tibio y salitroso, hasta que la bestia entumecida se sacudió de su modorra. El animal salvaje de los montes comandaba ahora cada músculo, cada colmillo, cada gruñido. El frenesí se hizo incontrolable, quería poseerlo todo: la herida, la mano, su amo entero.
Alejandro Grieco tomó su revolver del escritorio y le apuntó al entrecejo de la fiera. Vió sus ojos desorbitados y enrojecidos. Sintió como su garra lasceraba la carne de su mano izquierda para inmovilizarlo.
El revolver temblaba. Matar al cachorro. Morir por la bestia. Matar. Morir. Matar. El disparo reventó la cabeza del tigre. Su cuerpo afiebrado se desplomó sobre los pies de su amo.
Alejandro abrazó a la cría mustia. Maldijo en criollo el momento en el que la navaja de afeitar cortara su mano. Esta puta herida. Esta herida de mierda.

martes, 1 de junio de 2010

What’s under my bed? A corpse, teacher

No sé por qué me acuerdo de esta consigna de Language. En ese entonces respondí que había una puerta a Nunca Jamás o al Mundo de Oz. Pero ahora sólo me viene a la cabeza la leyenda urbana de la novia muerta.

-What’s under my bed?
The corpse of my ex boyfriend, teacher

Fama instantánea. Los noticieron me hubiesen bautizado Miss Emily Grierson y Soriano hubiese escrito la historia de mi demencia. Casi puedo leerla:

"Bajo su cama, un cadáver yerto y ceremonioso. Torso rígido e imponente, vestido con la meticulosidad del amante que quiere atarse al objeto de su adoración por la eternidad. Mirada infinita, rostro acartonado, manos suplicantes. Quizas siga atrapado allí adentro, en la tumba de su cuerpo".

 Mis papás no trabajarían nunca más. Hubiesen hecho de mi casa un museo del horror, con reliquias mías y souvenirs de cadáveres en miniatura. Mis hermanos estarían subastando mis objetos personales por Internet y tendrían su propio blog, 'Vivir con una asesina'.

Yo sería declarada incapaz por demencia y tras unos años en el loquero, tendría mi propio reality.

Si, ser malvada me seduce. Que se cuiden todos mis exs.