
No te pido tu cabeza,
que comprime abismos y fosas
repletos de titanes
que tantean en tus oscuridades.
No te pido tus palabras,
desertoras del romance,
que empapelan momentos
y se pudren con el sol.
No te pido tus ojos,
abogados de tus errores,
que suspenden mi sentencia
para que vuelvas a matar.
Sólo dame una parcela de tu pecho
para descansar en vos,
Y que pasen las estaciones,
Y crezcan yuyos sobre nosotros.
Que en la maleza nadie nos encuentre
Y yo ya no tenga que explicar
por qué te amo.