miércoles, 11 de mayo de 2011

Mejor que empezar el día con Zucaritas

   Podés empezar el día con un desodorante antitranspirante y el tigre Tony o lo podés empezar mal, con un roll-on y unas tostadas de gluten. Nada me puede arruinar la mañana como deslizar esa baba artificial sobre mi piel y tener que dejar que se seque con mis brazos en posición de chimpancé.
   A veces los días empeoran. Como cuando me veo forzada a atravesar Florida a las 9 AM, una jungla de babosos que no paran de ofrecerte promociones, seguidas de una guarangada por lo bajo. Cuando todavía ni digeriste el desayuno, una infusión de este calibre te revuelve el estómago. Asi que me armo con una mirada filosa y comienzo a abrirme paso a machetazos.
   Pero el día se completa cuando me choco con un viejo verde. Una reliquia de facciones agrietadas y palabras de antaño, que pronuncia cada sílaba saboreando la degeneración encerrada en sus fonemas. Los viejos verdes se detienen a mirarte, te ceden el paso sólo para poder apreciar tus curvas traseras desde una platea VIP. Me reconforta pensar que tengo más fuerza que cualquiera de ellos y que puedo empujarlos a la calle para que mueran atropellados. Por eso, mientras me enfrento a una de estas górgonas, reproduzco en mi cabeza una y otra vez las escenas de un accidente culposo. Ahí es cuando el día remonta y me alejo con una sonrisa de satisfacción macabra.

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