jueves, 9 de julio de 2009

Anécdotas porcinas


Buenos Aires es una incubadora de anécdotas. Brotan cuando hay piquetes, cuando el tránsito está colapsado, cuando Argentina gana en cualquier deporte, inclusive cuando hay un minúsculo cambio de clima. ¿Notaron cómo la lluvia incide en el humor de los transeúntes? Los porteños nunca tienen razones para sonreir, y unas gotas de lluvia ácida terminan por lavar todas las chances de una mueca de felicidad.
El cosmopolita es ciudadano de su propio microcosmos: huye de toda turbación exterior, es un evasor nato y entrenado. Pero tiene un archienemigo infranqueable: el clima. Tan cotidiano y tan funesto. Invisible e Invencible.
Nada pudo abstraer jamás al porteño de una lluvia o de un excesivo calor, hasta que apareció en la escena urbana un archienemigo mucho más arrollador y temible: el Efecto Porcino. La ciudad es una comedia grotesca o una película de Woody Allen. Sus habitantes parecen coca-colas batidas. Huyen de un perseguidor que no ven, pero los rodea y los inmoviliza.
No existe mejor timing para recolectar anécdotas que este. Aca hay una selección de algunas que sucedieron el la histérica Buenos Aires:
SUJETO: Vieja de peluca con uñas postizas carmesí y un ilustrativo barbijo.
LUGAR: Caja de un Disco de Palermo.
- "Son $103.50"- informa el cajero, menudo y amable-"Cof"- tose sobre su hombro, como si tuviese algo atragantado.
- "¡Desgraciado, yo no voy a llevar esta mercadería, me la infectaste toda!"- Gritó la vieja, como si fuese una vedette en un programa de chimentos- "¡Exijo que me la cambien!"- continuó.
La cara del cajero estaba prendida fuego, a punto de derretirse. La atención de todo el supermercado se concetraba en ese epicentro.
-"Ppppero señora, tenia un pelo atragantado y tosí para un costado"-musitó confundido.
-"¡Hijo de puta, nos vas a contagiar a todos!¡Llamame ya al gerente!"- vociferó la descarada.
Para entonces ya la había bautizado con un nombre que le sentaba de maravillas: Olga. Olga la vieja paranoica que se la pasa encerrada viendo Crónica TV. Olga la vieja resentida que vive con 15 gatos e impregna todo su edificio con olor a fritanga. Olga la vieja chusma que te espía por la mirilla cuando llegás a tu depto. Ya estaba odiando a Olga. Más por hacer sufrir a un hombrecito como el cajero, con cara de duende feliz.
Llegó la supervisora, con un gesto típico de una mujer curada de espanto, y trató de solucionar el problema con la destreza de una mediadora entrenada. Obviamente, si el cajero estuviese enfermo no estaría trabajando. El episodio culminó como termina siempre que hay una vieja como Olga involucrada: con una salida furtiva, llena de puteadas y gualichos, digna de un guión de Almodóvar.
SUJETO: Cuatro adolescentes (2 chicos y 2 chicas) obnubilados por sus hormonas.
LUGAR: Un McDonalds de Once.
Es importante aclarar que había púberes de ambos sexos, porque esto influye directamente en su manifestación de estupidez.
-"El Gobierno dice que hay que limpiar todo"- Comentó el más grandote, con forzada elocuencia.-"Spit"- Escupió la mesa y la limpió con la manga de su sweater. Los demás rieron como hienas. Esto me confirmó que era el líder de la manada.
- "Bueno a ver, empecemos con las preguntas de Biología"- dijo una de las chicas, con un piercing de color arriba del labio, y sacó un cuaderno de su mochila. - "¿Cuáles son las funciones del aparato reproductor masculino?".
- "Yo no sé para que hacemos la tarea si estamos de vacaciones, ¡aguante la gripe!- Dijo el otro chico, macho beta y bufón del grupo.
-"Dale, saquémonos de encima esto"- continuó la chica del piercing.
Las barbaridades emanadas a continuación son irreproducibles para la audiencia.
-"¡Hoy salimos ehh! ¡A romperla!"- interrumpió el líder.
-"Yo paso, con esto de la porcina..."-contestó la otra chica, de voz ronca.
-"Uhhh no puedo agarrarme a nadie!- se lamentó el grandote.
-"No para...es fácil darse cuenta qué mina tiene gripe porcina"- acotó el macho beta.
-"¡¡¿Cómo?!!"- preguntó el lider, con la ansiedad exagerada de un quinceañero.
-"No te trances a las que tienen cara de chancho"- remató el bufón.
Las risas descontroladas validaron el saber popular: por algo "adolescencia" viene de "adolescer".
SUJETO: una mujer de mediana edad bajo el efecto de la menopausia
LUGAR: Escuelita de Mar del Plata, durante los comicios de julio
En la escuelita donde voté había tan poco espacio para circular, que parecía el camino de cornisa que va a Cachi, en Salta La Linda. Por eso, cuando dos transeúntes colisionaban, ocurría el desastre. Más aún si la gripe porcina estaba involucrada.
-"¡Achís!"- Estornudó un joven medio hippie en la cara de un viejito, que venía del brazo de su hija.
-"¡¿Estás loco mocoso!? ¡Con todo lo que está pasando! ¡Sos un descuidado!"-Gritó la mujer desesperada. El viejito estaba exánime, tenía cara de ido, posible indicador de una demencia senil. Su hija gesticulaba como si fuese Shiva, de cuatro brazos. El viejito no podía estar más abstraído de la situación.
-"Perdoname, fue sin querer, me vino el estornudo, no tengo nada eh"- Contestó con culpa el muchacho, mientras miraba de reojo al viejo.
La hija estaba por llegar a su punto de hervor. Seguramente pensaba que la gripe porcina ya se había apoderado de su pobre padre, imposibilitado para combatir cualquier enfermedad.-¡Te voy a demandaaaar!- estalló.
-"¿Por qué me vas a demandar, a ver?"-inquirió el joven, con la ligereza característica de los hippies- "¿Por estornudo?"-finalizó, abriéndose paso como a machetazos entre la gente.
Conclusión: Menopáusicas, mientras dure la gripe porcina, abstenerse de lugares concurridos.
El Efecto Porcino atonta a los porteños. Pero yo miro el vaso medio lleno: ahora tengo más anécdotas para recolectar por la furiosa Buenos Aires.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hay muchos locos sueltos!! cuidado, se ponen más violentos todavía