jueves, 12 de noviembre de 2009

Sobre Minotauros y Teseos



Una amiga tuvo una cita la otra noche. Charlaron hasta cansarse, motivados por la cerveza y el afán de chusmerío. Desbordó una lluvia veraniega que no los inquietó. Cuando estaban llegando a su edificio, mi amiga cruzó sin ver el semáforo. Unos brazos cargados de adrenalina la atraparon de la cintura y la amarraron al cuerpo del héroe del momento. Allí estaba ella, en un momento de Hollywood: llovía y el hombre que le acababa de salvar la vida la tenía aferrada a su pecho. Sólo faltaba el beso. Un beso apasionado en el medio de la avenida Santa Fe, con transeúntes celebrando. Pero el rostro del héroe la repugnaba. Tanto, que si volteaba la magia se desvanecería. Allí estaba, en los brazos del Minotauro.
Un hombre del que nos encantaría estar enamoradas. Inteligente, bueno, divertido, exitoso...pero incapaz de erizarnos un pelo del brazo. "Si no fuera por esa cara, por esa cara..."Sí, si no fuera por el semblante repulsivo, el Minotauro sería perfecto.
Pero, ¿qué haríamos sin el Minotauro? ¿Sin la ilusión de que un ser casi perfecto añora nuestra gracia? Lo necesitamos, por el autoestima tirana. Dejamos que llene las noches sin programas y endulce nuestros oídos. Eso sí, siempre con 50cm de distancia.







Hasta que llega Teseo. El hombre flamígero e irresistible. Él sí que lo tiene todo: belleza, hombría, misterio. Siempre lo admiramos de lejos y si logramos beber furtivamente de su divinidad, jamás llegamos a descifrar su enigma. Queremos que él sea nuestro héroe. Que él nos sacuda bajo la lluvia...pero estas situaciones sólo ocurren en las películas pochocleras, donde todos los protagonistas derrochan encanto. En la vida real el heroico e imbatible Teseo pasa por nuestro lado sin voltear. A veces nos saluda desde lejos y rara vez nos llama por nuestro nombre.

También necesitamos de Teseo. Un ser perfecto que tuvimos una sola noche, un eclipse, un rockstar. Parece tener todo lo que necesitamos, pero nunca lo sabremos con certeza. De hacerlo, saltaría su costado humano y dejaría de ser Teseo.
Minotauro y Teseo no pueden existir sin el otro. El monstruo realza la perfección del héroe, y éste la completitud del primero. En nuestro razonamiento emocional también necesitamos de esa dualidad. Debemos sentir que podemos elegir, que podemos categorizar. Queremos sentirnos damiselas entre una bestia y un galán temerario.

¿Tenemos que elegir? ¡No! Teseo está en el plano de lo inalcanzable. Jamás podríamos tener una relación con él porque descubriríamos que es mujeriego, vago o con pocas luces, y afloraría nuestra incompatibilidad. Mejor mirarlo de lejos.

En cambio el Minotauro...todo con él es posible. Tendríamos que mirarlo con cariño, amando sus defectos supercifiales, dicíendole que es un "chico interesante" o una "belleza exótica" o que "tiene facciones de hombre". Con el Minotauro podríamos tener una relación sólida y llegaría el día que no nos asustaríamos al despertar a la mañana. Sí, el Minotauro querido es la mejor elección...¡al menos que logremos domesticar a Teseo!

5 comentarios:

Mery dijo...

Xime y Dolo esto es para uds...

Anónimo dijo...

ayyyyy lo leiii y pense en la negra ... ahora caigo lo otroje
q idola q sos

Anónimo dijo...

el minotauro la rompe.. con el podemos hacer la gran "bolsa de madera" en la cabeza jaja

Mery dijo...

Exactooooo, la bolsa de madera tendría que ser la prenda habitual del Minotauro...
igual los minotauros tienen toda la onda, es cuestión de supervivencia, aprenden a ser graciosos, caballeros...

Anónimo dijo...

jajaja no habia visto estos comentarios!! gracias mero!! q se pudran los teseos!!jajaja muuyy bueno!
besote idola!
dolo