lunes, 26 de abril de 2010

Retírese que me compromete

"Las petisas me miran raro", afirmó mi abuela con la elegancia hollywoodense que la caraterizó toda la vida. Y dentro de su lógica de Greta Garbo tenía sentido. Su porte amazónico la expuso a los rumores del pueblo desde la pubertad. Prieta, enigmática y volcánica, había pocos hombres con el temple necesario para hablarle. Uno casi lo logra a la salida del colegio, pero ella lo fulminó con indiferencia. Me la imagino mirándolo desde arriba, con el rostro inconmovible, casi una górgona transfigurada: "Retírese que me compromete", le articuló al pobre. Y allí, al costado de la escalinata quedó el primer garabato de héroe convertido en piedra. No sería el último, todavía escucho a mi abuela escupir esa línea, ya pulida con maestría inclemente. Cuando sucede, yo observo catatónica cómo se despliega la furia de Eva en sus facciones tiesas. Sí, cierro los ojos y estoy en el cine, mirando una película de posguerra. O mejor, estoy en los cincuentas, entre divas y compadritos.

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