miércoles, 10 de marzo de 2010

Espantahombres

Para vos, Luli, mujer de fuego...

De chica jugaba a Xena, la princesa guerrera. Me lo tuvieran que haber prohibido, castigado cada vez que me ataba mi capa de sábana. Jugar con las Barbies me hubiese salvado de tan funesto destino. Ahora los hombre huyen de mí. Soy una Espantahombres.
Todas las noches, mi mamá se sentaba al borde de mi cama a contarnos historias. Los personajes tempranos eran más que nada animales, como la mariposa Margarita que se arreglaba para ir al baile. Al aproximarse nuestra pubertad, las narraciones de mi mamá se poblaron de personajes pertenecientes a otro imaginario: a un pasado dualista de Mujeres de la 'Casa' y de la 'Calle'. Las primeras, Susanitas al extremo, habían nacido para casarse. Peor aún, habían recibido entrenamiento toda su vida para ello: corte y confección, etiqueta y cocina eran algunas de las materias que cursaban en el colegio. Eran frágiles y de belleza impecable. Nunca hablaban demás, o mejor aún, ¡nunca hablaban! ¿Qué pensarían los hombres si opinaban de política o filosofía? Serían tildadas de 'cabezas locas' y expulsadas del casto harén de esposas en potencia.
Las Mujeres de la Calle eran seductoras de oficio. Su impronta eran las curvas peligrosas y una actitud desafiante de domadora de leones. Estaba permitido tenerlas en cantidad, aún cuando el varón estuviera de novio o casado. Claro, a las 'chicas bien' no se las molestaba, se las colocaba en un altar, incorruptas. Un verdadero macho se 'descargarba' con estas mujeres pulposas y despreocupadas. Las Mujeres de la Casa lo sabían, pero callaban en los claustros de sus cocinas. Ya su denominación condenaba a estas especies enemigas: la casa era sinónimo de encierro y represión, mientras la calle lo era de la libre moralidad y el desapego. Sólo el hombre podía pasearse con inmunidad por ambos planos sin ser víctima de la Sociedad. Eso sí, bajo el precio de una vida dividida.
Desempolvo una revista sesentosa y ahi las veo, compartiendo una misma página: una publicidad de heladeras con un ama de casa sonriente y unas fotos de Brigitte Bardot. Sin quererlo pienso en la película "La sonrisa de la Mona Lisa". Julia Roberts encarnaba a una profesora de arte inteligentísima, divertida, atractiva, pero soltera. "Debe de haber algo malo con ella, ningún hombre la quiso", comentaban sus alumnas bífidas. "Ningún hombre se animó", hubiese contestado yo de haber estado en esa charla de habitación. y sí, Julia Roberts era un desafío, un acertijo demasiado complejo para la época.
Creo que por la misma razón las Amazonas vivian en una aldea alejada. Eran guerreras implacables que sometían a los hombres por una noche para procrear más mujeres. De haber vivido en el medio de las polis, los hombres huirían despavoridos. Para eso estaban las intocables vírgenes Vestales, servidoras de la diosa del hogar, confinadas a en el templo para mantener el fuego sagrado siempre ardiendo. A ellas se las podía ver, pero no tocar. A las Amazonas tocar, pero no ver.
Ahora entiendo por qué en la saga de los Nibelungos Sigfrido desposó a Krimilda y no a Brunilda, la reina guerrera. Muchos principes llegaban a su corte, con la intensión de pedir su mano, pero ella los sometía a tres pruebas de fuerza. El que la venciera, podría casarse con ella, pero ninguno igualaba su maestría bélica. Ninguno menos Sigfrido. Fue amor instantáneo, pasional, verdadero. Sigfrido encontró en ella su par y prometió acudir a su corte para unirse en matrimonio. Más adelante, la saga cuenta que la princesa Krimilda le dió al héroe una poción para que se olvide de la reina guerrera. Y fincionó, porque Sigfrido volvió a la corte de Brunilda, pero no para buscarla a ella, sino para pedir su mano en nombre de otro rey. Sí, él ya estaba casado. Pociones. Pociones. O excusas baratas para no disminuir la gloria de un héroe. Digamos la verdad, Sigfrido se asustó. Brunilda era inmanejable, pero Krimilda era mansa y complaciente.
El hombre de hoy, sin saberlo, heredó la moralidad de sus padres. Las Mujeres de Casa no le alcanzan, se aburre con facilidad en su companía y considera que les falta vida, un sacudón, un baldazo de agua, despeinarlas un poco. Las Mujeres de la Calle le dan adrenalina, aventura, pero siguen siendo descartables. ¿Pero que pasa cuando aparece una mujer moderna que combina ambas?
Buenos Aires pulula de ellas, mujeres exitosas, atractivas, con las ideas bien puestas. No son ni Amazonas ni Vestales, sino híbridas, una especie mejorada ¿cómo enfrentarse a ellas? ¿cómo conquistarlas? No existe gen que prepare al hombre para esta tarea, hay que incursionar en nuevas técnicas, desarrollar un nuevo marco teórico, acuñar nuevas denominaciones. El temor a lo desconocido sigue siendo un sentimiento universal, y por ello si hay algo que estas mujeres comparten con las bellas guerreras griegas es que ellas también asustan a los hombres. Son una presa engañosa, camaleónica que puede lucir cualidades de ambos estereotipos con gracia y destreza. Pero ante la incertidumbre, el depredador recula, va a lo seguro. Siempre hay presas dóciles esperando a ser cazadas, como lo fue siempre desde antaño. Gacelas, zebras, conejos. Hace tiempo que tienen un lugar fijo en la cadena alimenticia, a diferencia de la inetiquetada mujer moderna ¿es presa o depredadora? ¿o ambas? Pasarán décadas hasta que lo averigüen y será como el descubrimiento del fuego o de la rueda: revolucionará todos los paradigmas. Mientras tanto estas mujeres siguen solas, erguidas en el medio de mundo, espantando hombres. Son las temibles Espantahombres.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

jaja muy bueno mero!!jaja pobres hombres con semejantes mujeres en la tierra!!!jaja
besotes nena!dolo!

Anónimo dijo...

q evolucionen entonces!

Anónimo dijo...

Muy bueno! Roque

Belen Oda Marty dijo...

Ellas van a seguir solas... Porque ellos las prefieren asi, sumisas. Son genes que no evolucionan lamentablemente.:) beso!

Anónimo dijo...

me dan ganas de ser hombre para animarme a semejantes mujeres desafio!

Tonchi dijo...

Mero te juro que yo me la banco, pero donde están??????
Jaj será que no tengo los genes para distinguirlas siquiera? Por ahora mi categorización de mujeres sigue teniendo únicamente 2 rótulos.
Me encanta el desafío.. ojalá algún día conozca alguna!
Genia!!
Besoo